“No voy a pagar, ya no tengo putas”, canta desde el escenario, parafraseándose a sí mismo en la letra de Funky. Hay sonrisas cómplices en el entorno. Y todos saben a quién va dedicado el cambio. “Mecha siempre estuvo a mi lado, en las buenas y en las malas. Nunca pide nada a cambio: es incondicional”, confió García sobre su chica. Cuatro años después de aquel episodio en que Charly agredió a un fotógrafo uruguayo –hecho derivado en una causa judicial que hace pocos días quedó archivada por falta de mérito, aunque le habría costado una buena cantidad de dólares - , el músico volvió a tocar en Punta del Este. En la playa de estacionamiento del hotel Conrad, el sábado 10, una noche que empezó tibia terminó con más de tres mil personas cantando todos los hits de Charly. Desde Demoliendo hoteles y Cerca de la revolución, hasta Mr. Jones, durante más de dos horas hizo sacudir a un público que abarcó desde chicos y jóvenes hasta muchísimos post 70, que se soltaron para revivir sus mejores épocas rockers. Todos asombrados por el saludable estado del ídolo, que no quería irse del escenario. De cerca lo alentaron su manager, Fernando Szereszevsky, y el dueño de Fénix y productor del show, Diego Finkelstein.
“El camarín está muy aburrido”, decía el músico, de gran humor, cada vez que dejaba el escenario y volvía, impulsado por las ganas de seguir tocando. “Estaba feliz. Sabía que nadie esperaba un show así, que sorprendió a todos y salió increíble”, contó su gran amigo Gaby Álvarez.
ELLA ES BAILARINA. Después del show hubo un festejo íntimo en los jardines del Conrad. Allí estuvieron sus músicos –Hilda Lizarazu, Fabián Von Quintiero, Carlos García López, Kiushe Hayashida, Tonio Silva Peña y Carlos González–, Florencia Raggi, Ramiro Agulla, Pichón Baldinú, Nuria Quintela, Soledad Ainesa, el abogado Alejandro Balbi y Silvina Luna, directora de Marketing del resort. Sentado en un sillón blanco, comiendo sushi y permitiéndose alguna copa de vino tinto, la estrella recibió decenas de felicitaciones por el show. A su lado, celosa de los besos femeninos, lo custodiaba Mecha.
Con los Rolling Stones y Billy Idol sonando de fondo, Charly se animó al dancing. Su novia, por supuesto, fue la mejor partenaire. Llamativa y radiante, la morocha –que mide un metro setenta y supo ser modelo y cara de campañas publicitarias – cautivó enfundada en un minishort verde y una remera negra con algunas transparencias. Sonriente, Charly García monitoreó a su chica y le siguió el ritmo, bailando como lo había hecho durante dos horas en el escenario. Esta vez rodeado de amigos que lo vieron disfrutar de su noche.
ALGUIEN EN EL MUNDO. Charly llegó a Punta del Este el 29 de diciembre. Pasó los primeros días en una casa de la zona de Manantiales, mientras esperaba con ansiedad el arribo de Mecha. El 2 de enero, cuando su novia pisó territorio uruguayo, se mudaron juntos a la tranquilidad de Casa Suaya, en José Ignacio. Desde entonces se dedicaron a estar con amigos y compartir días tranquilos, de lectura, películas, pileta y sol. Hicieron playa en José Ignacio, cerca del faro, donde pasaron inadvertidos y comieron con el Zorrito Von Quintiero. “Cuando está con Mecha, García se cierra un poco. Le gusta estar tranquilo, solo con ella”, había anunciado su manager. Y así fue.
A tono con su vida, sana y renovada, el hombre del bigote bicolor disfrutó tomando licuados de durazno y naranja y haciendo ejercicio en la pileta (desde que estuvo en Luján, la natación fue fundamental en su recuperación). “No recuerdo cuándo fue la última vez que tuve unas vacaciones así, tan tranquilas”, dijo Charly a poco de llegar al Este. Acompañado por Mecha, lejos de los escándalos, esta vez pasó diez días de paz.
Su novia –que vive con su madre y su hermano – volvió a Buenos Aires después del show y la fiesta, en la mañana del 11 de enero. Esa noche, Charly descansó en el Conrad, para después volver a su refugio en Casa Suaya, lejos del ruido y el vértigo esteño. Allí se quedará descansando hasta el 13, antes de retomar la gira que lo llevará a Miami y Nueva York, disfrutando de unas vacaciones impensadas menos de dos años atrás.
Por Gabriela Pepe.
Fotos: Fabián Uset y José Tantessio.
Fuente: Gente On Line
“El camarín está muy aburrido”, decía el músico, de gran humor, cada vez que dejaba el escenario y volvía, impulsado por las ganas de seguir tocando. “Estaba feliz. Sabía que nadie esperaba un show así, que sorprendió a todos y salió increíble”, contó su gran amigo Gaby Álvarez.
ELLA ES BAILARINA. Después del show hubo un festejo íntimo en los jardines del Conrad. Allí estuvieron sus músicos –Hilda Lizarazu, Fabián Von Quintiero, Carlos García López, Kiushe Hayashida, Tonio Silva Peña y Carlos González–, Florencia Raggi, Ramiro Agulla, Pichón Baldinú, Nuria Quintela, Soledad Ainesa, el abogado Alejandro Balbi y Silvina Luna, directora de Marketing del resort. Sentado en un sillón blanco, comiendo sushi y permitiéndose alguna copa de vino tinto, la estrella recibió decenas de felicitaciones por el show. A su lado, celosa de los besos femeninos, lo custodiaba Mecha.
Con los Rolling Stones y Billy Idol sonando de fondo, Charly se animó al dancing. Su novia, por supuesto, fue la mejor partenaire. Llamativa y radiante, la morocha –que mide un metro setenta y supo ser modelo y cara de campañas publicitarias – cautivó enfundada en un minishort verde y una remera negra con algunas transparencias. Sonriente, Charly García monitoreó a su chica y le siguió el ritmo, bailando como lo había hecho durante dos horas en el escenario. Esta vez rodeado de amigos que lo vieron disfrutar de su noche.
ALGUIEN EN EL MUNDO. Charly llegó a Punta del Este el 29 de diciembre. Pasó los primeros días en una casa de la zona de Manantiales, mientras esperaba con ansiedad el arribo de Mecha. El 2 de enero, cuando su novia pisó territorio uruguayo, se mudaron juntos a la tranquilidad de Casa Suaya, en José Ignacio. Desde entonces se dedicaron a estar con amigos y compartir días tranquilos, de lectura, películas, pileta y sol. Hicieron playa en José Ignacio, cerca del faro, donde pasaron inadvertidos y comieron con el Zorrito Von Quintiero. “Cuando está con Mecha, García se cierra un poco. Le gusta estar tranquilo, solo con ella”, había anunciado su manager. Y así fue.
A tono con su vida, sana y renovada, el hombre del bigote bicolor disfrutó tomando licuados de durazno y naranja y haciendo ejercicio en la pileta (desde que estuvo en Luján, la natación fue fundamental en su recuperación). “No recuerdo cuándo fue la última vez que tuve unas vacaciones así, tan tranquilas”, dijo Charly a poco de llegar al Este. Acompañado por Mecha, lejos de los escándalos, esta vez pasó diez días de paz.
Su novia –que vive con su madre y su hermano – volvió a Buenos Aires después del show y la fiesta, en la mañana del 11 de enero. Esa noche, Charly descansó en el Conrad, para después volver a su refugio en Casa Suaya, lejos del ruido y el vértigo esteño. Allí se quedará descansando hasta el 13, antes de retomar la gira que lo llevará a Miami y Nueva York, disfrutando de unas vacaciones impensadas menos de dos años atrás.
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Fotos: Fabián Uset y José Tantessio.
Fuente: Gente On Line
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