En el año en que llegó al Teatro Colón, uno de los
compositores más grandes de la historia del rock argentino recibió a Mavirock
en su departamento palermitano. Una tarde en El Palacio de los Patos, entre
canciones, tragos, fotos y dibujos, Say No More contó cómo surgió la idea de
presentar Líneas Paralelas en el Teatro Colón.
"¡Ya voy!", grita Charly García, y su voz llega
desde alguna habitación, hasta el living de su departamento. Dos minutos
después aparece por el pasillo, taconeando unas botas de caña corta estilo
beatle, con esa gracia suya, casi femenina. Tiene el pelo peinado hacia atrás
la melena ondulada de siempre, y unos anteojos de marco grueso. Lleva una
camiseta blanca ajustada, algo de panza, calzas rojas, y las uñas pintadas. Es
una versión moderada del Charly de la era Say No More. Un rato antes, la
empleada doméstica había abierto la puerta de entrada. "Ya viene el
señor", había dicho Celia, mientras lavaba los platos. Y Charly estaba
tirado en la cama junto a su novia de veintiséis años, la ex modelo Mecha
Iñigo.
Es la tarde de un viernes de julio y García, que acaba de
interrumpir su bed in palermitano, ahora avanza dando pasos cortitos y torpes hasta
llegar al living. "¡Bienvenido!", dice, mientras sonríe y abre los
brazos con expresión tierna. A un costado, se ve un piano de cola rojo y,
detrás del piano, un cuadro en gran tamaño de Milo Lockett. Después hay una
mesa, y más allá unos sillones blancos. Las paredes están pintadas de un color
verde agua infantil. Hay, apenas, algunos pocos cuadros colgados. Uno de Keith
Richards con Bob Dylan. Otro de la imagen de un disco de Iggy Pop. Otro es un
vinilo de Marilyn Manson.
-¿Me das dos whiskeys Celia? -pide en voz alta.
Pero él mismo los prepara en la barra que divide al living
de la cocina. Sirve dos medidas largas sin hielo y las trae a la mesa. Un par
de horas después, la suya quedará casi intacta. No son los tiempos de Coronel
Díaz y Santa Fe. Los años ciegos de espejos rotos, paredes escrachadas con
aerosol y ríos de cocaína en la nariz, ahora son escenas del pasado.
A los 62 años, Charly García, el más grande compositor vivo
del rock argentino, vive con su bella novia en un departamento de techos altos
en el Palacio de los Patos, un edificio señorial de viviendas suntuosas,
ubicado en una esquina de Palermo. Comparado con el bunker de Coronel Díaz y
Santa Fe, donde vivió sus últimos años de "locura controlada" –así la
define Charly-, este sitio es un cuento de hadas, una burbuja romántica. Un
Sweet home Buenos Aires.
Construido en 1929, Los Patos es un palacio de lujo y estilo
francés. Un emblema del patrimonio arquitectónico de Buenos Aires que ocupa
media manzana. Tiene un gran patio central y varios patios y jardines internos
distribuidos de forma misteriosa, casi laberíntica. También tiene vitrales,
escaleras de mármol y pisos de madera de esos que ya casi no existen.
Aquí vivió parte de la alta sociedad porteña del siglo XX:
dramaturgos, actrices, pianistas, políticos, historiadores, bailarines,
militares, socialités, millonarios, concertistas de fama internacional. Y
grandes compositores. La tradición -y las malas lenguas-, dice que era el
refugio de familias ricas venidas a menos ("pato", en lunfardo
criollo significa "seco, sin dinero"). En cierto modo, este lugar
parece perfecto para Charly: un laberinto de simetrías engañosas y rincones de
enorme belleza, llenos de luz. Es elegante, tiene un halo casi cinematográfico
y una historia legendaria.
Quizás sea solo casualidad. Pero el lugar que Charly eligió
para vivir su recuperación después de la última seguidilla infernal de
internaciones psiquiátricas, corolario de su década de excesos más salvajes, es
similar al que eligió John Lennon cuando escapó de Inglaterra tras la caótica
ruptura de los Beatles: The Dakota Apartments.
Ubicado en una esquina tristemente célebre de Manhattan
–allí Lennon fue asesinado-, frente al Central Park de Nueva York, Dakota es,
también, una bellísima construcción de estilo francés. En 1973, cuando John y
Yoko se instalaron allí en un departamento de techos altos, el edificio tenía
casi cien años y era un emblema del patrimonio histórico de Nueva York. El
Dakota ocupa una manzana y tiene un gran patio central. Allí vivió parte de la
elite neoyorquina top del siglo veinte. Y, al igual que en los Patos, el
consorcio del Dakota era muy severo para aceptar nuevos vecinos, que solo
llegaban por íntima recomendación de sus propietarios.
Quizás la idea de Charly de mudarse a este lugar fue un
guiño biográfico a su admirado Lennon. O tal vez solo quiso refugiarse en un
palacio citadino, elegante y clásico. Después de todo, Charly siempre fue, a su
manera, un tipo fino, educado, recoleto y con cierto linaje.
-La idea surgió de una charla con Yoko Ono –dice ahora.
Pero no se refiere a los Patos, sino a la presentación en el
histórico Teatro Colón.
Antes de ser estrella de rock, Charly García fue un músico
clásico. Empezó a los cuatro años con Julieta Sandoval, una pianista que le
enseñaba en su casa obras de Bach, Mozart y Chopin. Después, una vez al año,
daba el concierto para pasar de grado en el conservatorio Thibaud-Piazzini. En
los comienzos, era tan chiquito que no llegaba a los pedales del piano. Pero
tenía sus fans: señoras bien que, después de los conciertos, lo llevaban a
confiterías paquetas y le compraban dulces. A los doce se recibió de profesor.
El futuro le prometía preludios, cantatas, nocturnos, zarabandas, suites, la
vida del músico clásico. Hasta que un día...
El big bang.
Lo vio por tevé.
-Cuando vi a los Beatles en el show de Ed Sullivan, casi me
muero.
Se le ilumina la cara.
-Me di cuenta de que me habían engañado.
Pone cara de disgusto.
-En el Conservatorio me decían "sufrí, sufrí, sufrí,
que cuanto más sufrís, más te elevás, mejor tocás". Bien cristiano.
A los seis años, Charly se autoflagelaba. Pensaba que así
podría llegar a ser un genio. En los exámenes, mientras él esperaba en silencio
su turno para tocar, Sandoval rezaba a un costado.
-Yo quería tocar música clásica. Pero si seguía... O sea...
Estaban los Beatles, no había comparación.Los Beatles eran jóvenes, alegres y geniales. Y componían su
propia música.
Los Beatles son como Mozart. Cada nota es perfecta. Además
la música clásica ya no se puede componer. ¡Dejá eso para los genios! Está
Beethoven. ¿Con quién vas a competir?
Esta parábola, la del niño precoz que tocaba música clásica,
se enamoró de los Beatles en su adolescencia y se convirtió en la estrella de
rock más grande de la Argentina, tuvo su broche de oro en septiembre pasado
–dos meses después de esta entrevista-, cuando García fusionó a su banda de
rock con una orquesta de música clásica, en el Teatro Colón, una de las cinco
salas de ópera más importantes del mundo. La obra, Líneas Paralelas, Artificio
Posible, significó una doble apuesta. Por un lado, fue la vuelta del ídolo a su
hábitat primigenio: la música clásica. Por otro, la magnitud del concierto
significó el mayor desafío a su estado de salud musical, a cinco años de su
última desintoxicación. La inspiración, una vez más, tuvo que ver con los
Beatles. Más específicamente, con Yoko Ono.
-Uno siempre tiene un no sé qué con Yoko, ¿no? "Sí, debe
ser muy inteligente, pero arruinó a los Beatles". O, "lo llevó a
Lennon por...", ¿no?
La anécdota se remonta a más de una década atrás.
-Fue en una cena con Yoko. En la época de Carlitos Méndez.
García pone cara de circunstancia. No lo dice, pero se refiere
al expresidente Carlos Menem.
-Antes de ir, yo estaba tirado en la cama y veo que me salen
dos rayos láser y pegan en la pared, donde estaba escrito "Say No
More". Pegan en la "M". Y pum... vi el triángulo que se formaba,
la perspectiva. Mientras duró eso que yo llamo "clarividencia", me
llegaron cien ideas a la cabeza y todas conectaron.
Esa noche, durante la cena, se lo contó a Yoko.
-"Mi pregunta es la siguiente", le dije. "Hay
una pared ahí, después está el baño. ¿Qué significa esa pirámide o ese triángulo
que se forma en el baño?". Ella me respondió: "La Antimateria".
-A ver, prestame tu cuaderno. Voy a mostrarte cómo va a ser
Líneas Paralelas (...continúa)
LEE EL REPORTAJE COMPLETO A CHARLY GARCÍA PUBLICADO EN LA
EDICIÓN N°27 DE REVISTA MAVIROCK. A LA VENTA EN KIOSCOS DE DIARIOS Y EN www.mavirockrevista.com.ar/comprar
Por Patricio Lange
Esa entrevista esta hecha antes del 1 de Septiembre de 2013, ya que Charly dice cosas que cambiaron hace mucho...no entiendo por que sale ahora???
ResponderEliminarhola. Si, en la nota dice, que es una tarde de julio. Sdos.
ResponderEliminarQué notón por Dios! Hace rato no leo una entrevista tan buena a este personaje. Lo pinta de cuerpo entero y lo deja para la posteridad. Bien el escritor. Felicitaciones a la revista.
ResponderEliminarQue buena nota!, ya paso más de un año y Charly no parece ser el mismo de entonces. Se parece más al de Coronel Diaz y St. Fe, pero con menos energía. Que opinan?
ResponderEliminar