Room Service* comenzó a gestarse mientras yo trabajaba en No digas nada, la biografía de Charly García. Al tiempo que seguía a Charly por aire, mar y tierra, buscaba en otros libros ciertas claves que me faltaban. Ser periodista no quiere decir que uno esté capacitado para escribir un libro, y de hecho yo no tenía la idea de cómo hacerlo. Hice lo mismo que me llevó por el camino del aprendizaje musical: ver qué hacían otros. Con cada consulta ratificaba una y otra vez el status de estrella de rock de Charly García, sin nada que envidiarles a ingleses y americanos en cuanto a conducta, sí tal vez desde lo meramente patrimonial. De hecho, García modeló su propia imagen mirando atentamente a sus ídolos: Beatles, Rolling Stones, Who, etc. Y realizó un trabajo extraordinario en ese sentido, inventando el estrellato rockero en donde no lo había. Pero además condimentó ese estrellato con cosas propias. Una cosa es querer ser una estrella de rock, otra muy distinta es tener un éxito circunstancial y aplicar lo que se ha visto en libros y revistas, y otra aún más rara de ver, al menos en Latinoamérica, es alguien que verdaderamente sea una estrella de rock. Ya no por decisión popular o por imitación, sino por destino, por aptitud natural, por estar genéticamente diseñado para eso. Muchos buscan explicación psicológica a su poco común manera de ser y llamar la atención. Tal vez esas explicaciones existan, pero es él quien ha decidido seguir ejerciendo el oficio de ser estrella de rock al límite de sus posibilidades. Durante una soleada mañana del 20 de agosto de 2000, Charly aceptó una charla a fondo en donde, extraña y paradójicamente, se apartó del lugar de estrella y asumió el rol de lúcido analista desde adentro de la cosa.
¿Cuál sería tu definición de una estrella de rock?
–Te puedo decir cosas que tiene que tener una estrella de rock. Es como una estrella de cualquier otra cosa; alguien que por su personalidad cautiva o encandila, si hablamos de estrellas, a las masas. Aunque no necesita de un público gigantesco; puede ser una estrella de culto. Tiene que ser como inalcanzable, vivir rodeado de algún tipo de misterio. Una estrella de rock tiene que haber pasado por todas, y generalmente eso es lo que sucede. Y morirse rápido o envejecer con gracia.
¿Qué es lo que diferencia a una estrella de rock de una de otro tipo?
–Que la estrella de rock puede mear en el pasillo de un avión, clavar la mueblería de una habitación de hotel en el techo, romper diez televisores. Es como que le pagaran por hacer eso. Acá, no tanto, pero la estrella de rock representa a todos los rockeros que están ahí abajo y que supuestamente están podridos de la sociedad, no tienen oportunidades, etc., y éste es uno de ellos que la pegó ahí arriba. Entonces, a la estrella de rock también se la siente como un Maradona de la música. Una estrella de cine, en cambio, es sólo una en el cine, en la pantalla. Una estrella de rock es un quilombo todo el tiempo. Generalmente no está haciendo un personaje, sino que se la cree. ¿Yo soy una estrella de rock? Sí, soy, de acá, pero soy.
¿Cuáles son los hoteles adecuados para una estrella de rock?
–En Buenos Aires no conozco muchos porque vivo acá. Es muy importante el humor del hotel; hay hoteles que son muy lujosos o gigantes tipo Sheraton, Hilton, que no me parecen adecuados porque son completamente impersonales. Son como McDonald’s. Por supuesto que tienen comodidades, pero también tienen contras; siempre hay mucha policía ahí adentro. A mí me gustan esos hoteles viejos, de los ’50, con tipos que hace mil años que están en el hotel, gente de la que uno se puede hacer cómplice para pasarla mejor. En muchos hoteles no te dejan subir chicas o visitas, y eso es un embole. Hay hoteles a los que no les gusta que yo esté, y algunos tienen razón porque tengo una fama terrible. A mí me gustan hoteles como el Alvear, eso es lo ideal; la cosa hormigón, que sea de piedra, con paredes gruesas que no sean de cartón. Y si no un hotel tipo Avenida de Mayo, casi familiar, un poco más que una pensión. Me gustan habitaciones amplias, sábanas limpias, un buen café con leche a la mañana, que no será glamoroso pero me gusta. Esa onda me súper rinde; cuando comencé con las giras, los hoteles eran así.
¿Te echaron de algún hotel?
–¡Puf! De varios. De uno en Madrid no llegaron a echarme, porque todos los destrozos los hicimos en la fiesta de despedida. De otro me echaron una vez que enchufé la guitarra a la radio del hotel y volé todo a la mierda.
¿Qué es lo que hace que una estrella de rock destroce una habitación de hotel?
–Es lo único que tiene para romper. Que no es de él, y que tiene plata para pagar el destrozo. Es como un ritual. Con Sui Generis, en un hotel de Mendoza tipo Alvear, meamos adentro de la fuente. Pero en verdad, no sé. ¿Será que el hotel representa el establishment o algo así?
¿Cómo se puede envejecer con gracia en el rock?
–Supongo que seguir siendo amigo de los adolescentes, o ser la estrella de un pibe de 10 años, ayuda. Yo creo que parte de mi jovialidad, o de esa cosa que tengo, es que nunca me separé mucho de los fans. Y para una estrella de rock es primordial ser un fan. Cuando un fan se convierte en estrella, el fan sabe y la lleva bien. Ahora cuando un agrio se convierte en una estrella, es un agrio que después se pudre.
¿Lo mejor de ser una estrella de rock?
–Ser una estrella de rock.
¿Y lo peor?
–Otra estrella de rock.
Por Sergio Marchi
Fuente: Pagina/12
*Nuevo libro de Sergio Marchi.
No hay comentarios:
Publicar un comentario