Estaba esperando encontrar una crítica de Random que cuadre
en alguna medida con lo que yo pienso. Como no soy escritor (ya lo habrán notado) y
mucho menos puedo hacer un análisis objetivo sobre cualquier tema que concierna
a Charly García, les comparto la que escribió Martín Zariello.
Martín es el autor Marplatense de “No bombardeen Barrio Norte” uno de los
últimos libros sobre la obra de Charly García (ademas es el responsable del blog http://ilcorvino.blogspot.com.ar).
Siete si se cuenta la edición oficial de Kill Gil en el
2010. Una década si nos remontamos a la versión filtrada de ese mismo álbum en
el 2007. Lo cierto es que desde 1972 nunca este país había pasado tantos años
sin acceso a las canciones nuevas de Charly García. Argentina podría dividirse
(una vez más) entre los que creen que esto es traumático y los que ni siquiera
se enteraron. Viva la rivalidad.
Es imposible extraer el disco del contexto en el que se
graba y se edita. Probablemente lo sea con todos los discos, películas y libros
que existen, pero Random no es cualquier cosa. García no toca en vivo desde
marzo del 2014 (show en el marco del Cosquín Rock). A partir de ahí comenzó una
etapa de poco contacto con la prensa y apariciones esporádicas en recitales de
amigos (Fito, Lebón, Juanse, Palito). Episodios como la muerte del Negro García
López, su operación de cadera y las internaciones de diciembre último
confluyeron para instaurar una preocupación real con respecto a su estado de
salud.
En este país a los miedos clásicos (la muerte, el desamor,
quedarse sin trabajo, no clasificar al Mundial) habría que sumarle el miedo a
que se muera Charly García.
Además la figura de Charly parecía haber perdido cierto
terreno en el imaginario del rock argentino. El consenso post-mortem con
respecto a las obras de Spinetta y Cerati dejaba a la de Charly, todavía en
tránsito, en un lugar incómodo. Además la proliferación de espectáculos
retrospectivos (El concierto subacuático, 60X60, La dimensión desconocida,
Líneas paralelas) expuso al repertorio a un desgaste puntual, que hizo más
evidente la ausencia de creaciones nuevas.
Aunque decir que García no hizo canciones desde el 2009 a
esta parte sería un equívoco. Que fuera de un círculo muy específico de
"aliados” casi nadie les haya prestado atención es otro tema. La primera
fue “Deberías saber por qué”, single del Regreso del 2009, que lo mostraba en
un registro algo impersonal para su habitual grado de predominio como autor. La
segunda fue tocada en los shows del 2010 pero no apareció nunca más en las
listas: “La medicina del amor”. Después hubo covers (“Venus”, de Televisión;
“Desolation Row”, de Dylan), cuya mayor virtud tal vez era la elección del tema
pero no su ejecución. De hecho “La máquina de ser feliz”, tema estrenado
oficialmente el 5 de febrero pasado, ya cuenta casi con un millón de visitas en
YouTube (una nimiedad para un artista de moda; un buen número para un músico de
la generación de Charly) mientras una versión demo que García cantó del mismo
tema dos años atrás en Viudas e Hijas del Rock and Roll (Telefé) hasta hace
poco contaba con menos de treinta mil reproducciones.
En medio de ese clima desfavorable comenzó a circular la
versión de que García estaba grabando un disco con canciones nuevas. Esto ya se
había dicho ni bien García volvió al ruedo en el 2009 (Palito hablaba de
canciones compuestas y grabadas en el estudio de su quinta), pero volvió a
cobrar fuerza, a partir del 2013/14. De hecho Samalea contó que le dio el demo
a Joe Blaney hace un par de años (Blaney, confundido por el packaging que había
armado García, contestó: “¿Qué mierda es esto?”). Los blogs de fans y grupos de
Facebook que siguen el derrotero de Charly con el interés que ya no le dedica
la prensa especializada (http://elblogdecharlygarcia.blogspot.com.ar
, https://www.facebook.com/Partedelareligion)
publicaron la lista de temas, con leves variaciones en los títulos, un par de
veces.
Sin embargo, a excepción de sus allegados más íntimos, nadie
sabía muy bien cómo eran los nuevos temas de García. Y si gracias a YouTube se
conocían versiones inconclusas y precarias que Charly había mostrado por ahí
(tocó “Ella es tan Kubrick” previo a su homenaje a Cerati en la Televisión
Pública, durante el 2014 y “Lluvia” en el programa Net de Fox Sports, en 2015),
tampoco se sabía cómo iban a sonar en un disco. En su libro de memorias, Fito
Páez cuenta un episodio cuya estructura remite a la de ciertas enseñanzas
orientales. El 17 de noviembre del 2015 visita a Charly en la clínica, quien se
encuentra ahí después de la operación de cadera. Charly invita a Fito a
escuchar el disco nuevo y le dice que lo va a grabar en el Hotel Faena y que
después liquidaría el asunto en los estudios Criteria (Miami), con Joe Blaney.
Una vez terminada la escucha, Fito, entusiasmado, le dice que “hay que grabarlo
ya”, refiriéndose al trabajo con los músicos, la mezcla y la producción que
habían mencionado un rato antes. “No, ya está hecho” fue la respuesta de
Charly.
Para terminar esta combinación de sucesos desafortunados
García no tenía contrato con ninguna compañía discográfica, lo que nos lleva a
preguntarnos si un tipo como Charly García no se merecería un poco más de lo
que tiene, es decir, un trato más digno de parte de quienes se hicieron ricos
con su música. Es más, hasta hace poco García ni siquiera tenía un canal VEVO en
Youtube o una página oficial en Facebook, datos algo superficiales, es cierto,
pero que también hablan de cierta indiferencia de la industria hacia su obra.
Por eso algo tan burocrático como su firma con Sony, en los primeros días de
este año, para muchos fue similar a la realización de un acto de justicia.
El disco
La impresión general que causa Random, incluso en personas
que no son muy fans de Charly, es que sus canciones, independientemente del
gusto de cada uno, son verdaderos tesoros para un tiempo signado por la pérdida
de los cánones culturales del siglo pasado. Muchos comentarios en YouTube
(probablemente alguno de los usuarios jamás haya escuchado a Charly),
celebraron la aparición de “La máquina de ser feliz” en “tiempos de Marama o
Agapornis”. En ese sentido la celebración del disco como un hecho moral y
utilizado para rebajar otras tendencias musicales implica un distanciamiento si
es que los fans de Charly no queremos caer en posturas algo anacrónicas. En
todo caso Random es un caso de ética musical llevada al extremo. Es Charly
García mientras “la Parca empuja” pero haciendo música. Una vez más, claro,
pero cuando parecía que de verdad su obra había sido clausurada. El hecho de
que se haya hecho cargo de casi todos los instrumentos tampoco puede pasar de
largo (lo acompañan Rosario Ortega en coros, Samalea y Toño Silva en batería y
Kiuge Hayashida en guitarras). Es el hilo que lo conecta con Yendo de la cama
al living, ahora con algunos puntos más en la escala épica.
El adelanto del disco, “La máquina de ser feliz”, suponía un
trabajo quirúrgico de producción. Más allá de las polémicas sobre si el tema
era una obra maestra o una mierda (sólo hace falta acceder al archivo para
entender que la carrera de Charly siempre generó grandes amores y grandes odios),
la disyuntiva que planteaba Random estaba en el equilibrio entre la esencia
(camaleónica, intacta) de Charly y la producción de Joe Blaney y Nelson Pombal
(al parecer el trabajo de mezcla del primero se acotó a “La máquina…”, quien en
ese plano ejerció el rol de soldado de Charly fue Pombal). Es decir, por un
lado Kubrick, Chopin, la capacidad única para decir “inocencia artificial” y
conmover. Por el otro, el mastering de Ted Jensen, un sonido “apto para todo
público” frente a la crudeza intervenida de la era Say No More, cuya huella más
significativo en “La máquina…” se encuentra en el procesamiento de la voz de
García, algo usual en discos de otros artistas que en este caso resultaba algo
ominoso. En un principio.
Habría que rastrear bastante para encontrar el último disco
que causó tal expectativa colectiva. Escuchar Random se asemeja, entonces, a
desactivar una bomba pero también a recibir unos últimos e inesperados minutos
de adolescencia. Enumerar las canciones, después de tantas reseñas atinadas, sería
algo redundante. Sólo decir que “Mundo B” es un tema que pudo haber entrado en
Kill Gil (lo tocaba en el 2005) y que “La primavera”, con otra letra e
instrumentación, era conocida en algunos audios piratas como “El hombre de
atrás”. Tal vez la clave se encuentre en que ese conflicto entre esencia y
producción, salvo algunas excepciones, está resuelto de una manera efectiva y
por momentos conmovedora. Incluso Random es un disco con la impronta típica de
su autor (melancolía, oscuridad) pero cuenta con una frescura que permite que
las canciones se deslicen por una cinta imaginaria. El tiempo, verdadero aliado
de Charly García, ahora naturalizó y le otorgó cierta belleza a esos climas enrarecidos que tanto molestaban
en 1996 (voces que dicen algo que no se entiende, disonancia, en fin, “caos”).
La era post Palito generó una duda que es parte del mito de
origen del rock: la sospecha de que el artista (McCartney, Dylan) había sido
¡cambiado! por otro. “¿Quién es la persona que está ocupando el lugar de Charly
García?” se preguntó Fabián Casas en un texto con un título elocuente: “La
venganza de Palito”. Random es la verificación de una vigencia insoportable.
Por último sólo quería acotar que es simplemente
gratificante y glorioso escuchar en febrero de 2017 a García quejándose de la
gramática de los celulares en “La Primavera”, interviniendo la lírica de una
canción de amor en “Spector” con el verso “Yo te mostraré el camino entre la
cana y los demás”, puteando en ese hallazgo sintético llamado “Otro”,
sampleando sus quejidos en el minuto 1:47 de “Rivalidad”, mandando que “toda
esta mierda sucedió el día que Tinelli nació” en “Los amigos de Dios” y que
“los muertos están de moda” en el “Mundo B”, dándose el gusto de adecuar “Full
Metal Jacket” a la métrica de una canción rock-pop, jugando a ser un Beatle,
mostrándole a las nuevas generaciones cómo se hace un fade-out, hallando por
enésima vez el estribillo ecuménico (“cambiarme, baby, cambiarme baby” de la ya
mencionada “Rivalidad”)), haciendo el mundo mejor con su entrañable colchón de
teclados , desconociendo por completo la corrección política y las modas, citando
melodías propias y ajenas hasta comprender que Random no era cualquiera cosa
sino justamente eso: un paisaje sonoro aleatorio, donde caben Phil Spector y Frédéric
Chopin, Sui Generis y Cómo conseguir chicas, el constant concept y Erik Satie.
Un lugar donde Charly García siempre estará vivo.
Por Martín Zariello
Hernán para Cinema Veritè
El “objeto” Random
Voy a agregar algo en lo que Martín no se explaya y es en el
arte de tapa.
Realizado por García, es un collage expresionista, bien conocido por los que lo seguimos y que se puede apreciar al máximo en su libro “Líneas Paralelas”. En este caso hay una figura femenina pintada sobre la foto de la cocina que sería la de su departamento de Coronel Díaz. Detrás hay un caos gráfico.
Realizado por García, es un collage expresionista, bien conocido por los que lo seguimos y que se puede apreciar al máximo en su libro “Líneas Paralelas”. En este caso hay una figura femenina pintada sobre la foto de la cocina que sería la de su departamento de Coronel Díaz. Detrás hay un caos gráfico.
Además incluye en el
dorso un gran pez pentecostal calado cuyo centro es el ojo de Charly que nos
mira desde el sobre interno. Otro punto interesante en el arte interno del
disco es que toda la tipografía esta tachada, incluidas las letras de las
canciones y los agradecimientos (exepto las dedicatorias a Maria Epumer y a el Negro López), posiblemente sea un homenaje a David Bowie que
uso el mismo recurso en su disco Heathen.
Hernán para Cinema Veritè
Una aclaración importante (por lo menos para mi) en el disco están todas las letras tachadas, excepto las que forman la dedicatoria para el Negro y para María Gabriela. particularmente a mi me emocionó ese gesto. Abrazo. Oscar Chaín
ResponderEliminarEs verdad Oscar, ya mismo se corrige.
EliminarSolo agregar que la impronta sónica del disco es muy novedosa y que es un disco multidimensional en terminos de arreglos y texturas, pero muy agradable y sin la rabia y desesperacion de la era say no more. Es un disco que tendrá futuro.
ResponderEliminarSaludos
Por lo que pude saber de gente allegada, el guitarrista y productor Nelson Pombal fue determinante para que Random viera la luz como obra musical. Desde que él fue convocado se empezó a ordenar todo el caos de demos y grabaciones y así se fue llegando al álbum que ya todos conocemos a través de sus conocimientos. Charly no tiene un pelo de tonto al elegir su equipo técnico... saludos!
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