viernes, 10 de marzo de 2017

Random, un caso de ética musical llevada al extremo

Estaba esperando encontrar una crítica de Random que cuadre en alguna medida  con lo que yo pienso.  Como no soy escritor (ya lo habrán notado) y mucho menos puedo hacer un análisis objetivo sobre cualquier tema que concierna a Charly García, les comparto la que escribió Martín Zariello.
Martín es el autor Marplatense de “No bombardeen Barrio Norte” uno de los últimos libros sobre la obra de Charly García (ademas es el responsable del blog http://ilcorvino.blogspot.com.ar).

Sobre la historia de Random:
Siete si se cuenta la edición oficial de Kill Gil en el 2010. Una década si nos remontamos a la versión filtrada de ese mismo álbum en el 2007. Lo cierto es que desde 1972 nunca este país había pasado tantos años sin acceso a las canciones nuevas de Charly García. Argentina podría dividirse (una vez más) entre los que creen que esto es traumático y los que ni siquiera se enteraron. Viva la rivalidad.
Es imposible extraer el disco del contexto en el que se graba y se edita. Probablemente lo sea con todos los discos, películas y libros que existen, pero Random no es cualquier cosa. García no toca en vivo desde marzo del 2014 (show en el marco del Cosquín Rock). A partir de ahí comenzó una etapa de poco contacto con la prensa y apariciones esporádicas en recitales de amigos (Fito, Lebón, Juanse, Palito). Episodios como la muerte del Negro García López, su operación de cadera y las internaciones de diciembre último confluyeron para instaurar una preocupación real con respecto a su estado de salud.
En este país a los miedos clásicos (la muerte, el desamor, quedarse sin trabajo, no clasificar al Mundial) habría que sumarle el miedo a que se muera Charly García. 
Además la figura de Charly parecía haber perdido cierto terreno en el imaginario del rock argentino. El consenso post-mortem con respecto a las obras de Spinetta y Cerati dejaba a la de Charly, todavía en tránsito, en un lugar incómodo. Además la proliferación de espectáculos retrospectivos (El concierto subacuático, 60X60, La dimensión desconocida, Líneas paralelas) expuso al repertorio a un desgaste puntual, que hizo más evidente la ausencia de creaciones nuevas.
Aunque decir que García no hizo canciones desde el 2009 a esta parte sería un equívoco. Que fuera de un círculo muy específico de "aliados” casi nadie les haya prestado atención es otro tema. La primera fue “Deberías saber por qué”, single del Regreso del 2009, que lo mostraba en un registro algo impersonal para su habitual grado de predominio como autor. La segunda fue tocada en los shows del 2010 pero no apareció nunca más en las listas: “La medicina del amor”. Después hubo covers (“Venus”, de Televisión; “Desolation Row”, de Dylan), cuya mayor virtud tal vez era la elección del tema pero no su ejecución. De hecho “La máquina de ser feliz”, tema estrenado oficialmente el 5 de febrero pasado, ya cuenta casi con un millón de visitas en YouTube (una nimiedad para un artista de moda; un buen número para un músico de la generación de Charly) mientras una versión demo que García cantó del mismo tema dos años atrás en Viudas e Hijas del Rock and Roll (Telefé) hasta hace poco contaba con menos de treinta mil reproducciones. 
En medio de ese clima desfavorable comenzó a circular la versión de que García estaba grabando un disco con canciones nuevas. Esto ya se había dicho ni bien García volvió al ruedo en el 2009 (Palito hablaba de canciones compuestas y grabadas en el estudio de su quinta), pero volvió a cobrar fuerza, a partir del 2013/14. De hecho Samalea contó que le dio el demo a Joe Blaney hace un par de años (Blaney, confundido por el packaging que había armado García, contestó: “¿Qué mierda es esto?”). Los blogs de fans y grupos de Facebook que siguen el derrotero de Charly con el interés que ya no le dedica la prensa especializada (http://elblogdecharlygarcia.blogspot.com.ar ,  https://www.facebook.com/Partedelareligion) publicaron la lista de temas, con leves variaciones en los títulos, un par de veces.
Sin embargo, a excepción de sus allegados más íntimos, nadie sabía muy bien cómo eran los nuevos temas de García. Y si gracias a YouTube se conocían versiones inconclusas y precarias que Charly había mostrado por ahí (tocó “Ella es tan Kubrick” previo a su homenaje a Cerati en la Televisión Pública, durante el 2014 y “Lluvia” en el programa Net de Fox Sports, en 2015), tampoco se sabía cómo iban a sonar en un disco. En su libro de memorias, Fito Páez cuenta un episodio cuya estructura remite a la de ciertas enseñanzas orientales. El 17 de noviembre del 2015 visita a Charly en la clínica, quien se encuentra ahí después de la operación de cadera. Charly invita a Fito a escuchar el disco nuevo y le dice que lo va a grabar en el Hotel Faena y que después liquidaría el asunto en los estudios Criteria (Miami), con Joe Blaney. Una vez terminada la escucha, Fito, entusiasmado, le dice que “hay que grabarlo ya”, refiriéndose al trabajo con los músicos, la mezcla y la producción que habían mencionado un rato antes. “No, ya está hecho” fue la respuesta de Charly.
Para terminar esta combinación de sucesos desafortunados García no tenía contrato con ninguna compañía discográfica, lo que nos lleva a preguntarnos si un tipo como Charly García no se merecería un poco más de lo que tiene, es decir, un trato más digno de parte de quienes se hicieron ricos con su música. Es más, hasta hace poco García ni siquiera tenía un canal VEVO en Youtube o una página oficial en Facebook, datos algo superficiales, es cierto, pero que también hablan de cierta indiferencia de la industria hacia su obra. Por eso algo tan burocrático como su firma con Sony, en los primeros días de este año, para muchos fue similar a la realización de un acto de justicia.

El disco
La impresión general que causa Random, incluso en personas que no son muy fans de Charly, es que sus canciones, independientemente del gusto de cada uno, son verdaderos tesoros para un tiempo signado por la pérdida de los cánones culturales del siglo pasado. Muchos comentarios en YouTube (probablemente alguno de los usuarios jamás haya escuchado a Charly), celebraron la aparición de “La máquina de ser feliz” en “tiempos de Marama o Agapornis”. En ese sentido la celebración del disco como un hecho moral y utilizado para rebajar otras tendencias musicales implica un distanciamiento si es que los fans de Charly no queremos caer en posturas algo anacrónicas. En todo caso Random es un caso de ética musical llevada al extremo. Es Charly García mientras “la Parca empuja” pero haciendo música. Una vez más, claro, pero cuando parecía que de verdad su obra había sido clausurada. El hecho de que se haya hecho cargo de casi todos los instrumentos tampoco puede pasar de largo (lo acompañan Rosario Ortega en coros, Samalea y Toño Silva en batería y Kiuge Hayashida en guitarras). Es el hilo que lo conecta con Yendo de la cama al living, ahora con algunos puntos más en la escala épica. 
El adelanto del disco, “La máquina de ser feliz”, suponía un trabajo quirúrgico de producción. Más allá de las polémicas sobre si el tema era una obra maestra o una mierda (sólo hace falta acceder al archivo para entender que la carrera de Charly siempre generó grandes amores y grandes odios), la disyuntiva que planteaba Random estaba en el equilibrio entre la esencia (camaleónica, intacta) de Charly y la producción de Joe Blaney y Nelson Pombal (al parecer el trabajo de mezcla del primero se acotó a “La máquina…”, quien en ese plano ejerció el rol de soldado de Charly fue Pombal). Es decir, por un lado Kubrick, Chopin, la capacidad única para decir “inocencia artificial” y conmover. Por el otro, el mastering de Ted Jensen, un sonido “apto para todo público” frente a la crudeza intervenida de la era Say No More, cuya huella más significativo en “La máquina…” se encuentra en el procesamiento de la voz de García, algo usual en discos de otros artistas que en este caso resultaba algo ominoso. En un principio.
Habría que rastrear bastante para encontrar el último disco que causó tal expectativa colectiva. Escuchar Random se asemeja, entonces, a desactivar una bomba pero también a recibir unos últimos e inesperados minutos de adolescencia. Enumerar las canciones, después de tantas reseñas atinadas, sería algo redundante. Sólo decir que “Mundo B” es un tema que pudo haber entrado en Kill Gil (lo tocaba en el 2005) y que “La primavera”, con otra letra e instrumentación, era conocida en algunos audios piratas como “El hombre de atrás”. Tal vez la clave se encuentre en que ese conflicto entre esencia y producción, salvo algunas excepciones, está resuelto de una manera efectiva y por momentos conmovedora. Incluso Random es un disco con la impronta típica de su autor (melancolía, oscuridad) pero cuenta con una frescura que permite que las canciones se deslicen por una cinta imaginaria. El tiempo, verdadero aliado de Charly García, ahora naturalizó y le otorgó cierta belleza  a esos climas enrarecidos que tanto molestaban en 1996 (voces que dicen algo que no se entiende, disonancia, en fin, “caos”).
La era post Palito generó una duda que es parte del mito de origen del rock: la sospecha de que el artista (McCartney, Dylan) había sido ¡cambiado! por otro. “¿Quién es la persona que está ocupando el lugar de Charly García?” se preguntó Fabián Casas en un texto con un título elocuente: “La venganza de Palito”. Random es la verificación de una vigencia insoportable.
Por último sólo quería acotar que es simplemente gratificante y glorioso escuchar en febrero de 2017 a García quejándose de la gramática de los celulares en “La Primavera”, interviniendo la lírica de una canción de amor en “Spector” con el verso “Yo te mostraré el camino entre la cana y los demás”, puteando en ese hallazgo sintético llamado “Otro”, sampleando sus quejidos en el minuto 1:47 de “Rivalidad”, mandando que “toda esta mierda sucedió el día que Tinelli nació” en “Los amigos de Dios” y que “los muertos están de moda” en el “Mundo B”, dándose el gusto de adecuar “Full Metal Jacket” a la métrica de una canción rock-pop, jugando a ser un Beatle, mostrándole a las nuevas generaciones cómo se hace un fade-out, hallando por enésima vez el estribillo ecuménico (“cambiarme, baby, cambiarme baby” de la ya mencionada “Rivalidad”)), haciendo el mundo mejor con su entrañable colchón de teclados , desconociendo por completo la corrección política y las modas, citando melodías propias y ajenas hasta comprender que Random no era cualquiera cosa sino justamente eso: un paisaje sonoro aleatorio, donde caben Phil Spector y Frédéric Chopin, Sui Generis y Cómo conseguir chicas, el constant concept y Erik Satie. Un lugar donde Charly García siempre estará vivo.

Por Martín Zariello

El “objeto” Random
Voy a agregar algo en lo que Martín no se explaya y es en el arte de tapa.
Realizado por García, es un collage expresionista, bien conocido por los que lo seguimos y que se puede apreciar al máximo en su libro “Líneas Paralelas”. En este caso hay una figura femenina pintada sobre la foto de la cocina que sería la de su departamento de Coronel Díaz. Detrás hay  un caos gráfico.
Además incluye en el dorso un gran pez pentecostal calado cuyo centro es el ojo de Charly que nos mira desde el sobre interno. Otro punto interesante en el arte interno del disco es que toda la tipografía esta tachada, incluidas las letras de las canciones y los agradecimientos (exepto las dedicatorias a Maria Epumer y a el Negro López), posiblemente sea un homenaje a David Bowie que uso el mismo recurso en su disco Heathen.



Hernán para Cinema Veritè

4 comentarios:

  1. Una aclaración importante (por lo menos para mi) en el disco están todas las letras tachadas, excepto las que forman la dedicatoria para el Negro y para María Gabriela. particularmente a mi me emocionó ese gesto. Abrazo. Oscar Chaín

    ResponderEliminar
  2. Solo agregar que la impronta sónica del disco es muy novedosa y que es un disco multidimensional en terminos de arreglos y texturas, pero muy agradable y sin la rabia y desesperacion de la era say no more. Es un disco que tendrá futuro.
    Saludos

    ResponderEliminar
  3. Por lo que pude saber de gente allegada, el guitarrista y productor Nelson Pombal fue determinante para que Random viera la luz como obra musical. Desde que él fue convocado se empezó a ordenar todo el caos de demos y grabaciones y así se fue llegando al álbum que ya todos conocemos a través de sus conocimientos. Charly no tiene un pelo de tonto al elegir su equipo técnico... saludos!

    ResponderEliminar