25 años de la
historia de la fotógrafa Nora Lezano con el rock, están resumidos en 400 fotos
y reunidos en la muestra Fan, montada en la sala Cronopios del Centro Cultural
Recoleta y se puede visitar hasta el 26 de julio, Junín 1930.
La primera vez
fue una nota para la ya extinta revista Mix. Una sesión conjunta: Charly García
y Mercedes Sosa, en el hotel Sheraton. Nora Lezano esperaba en el hall de
entrada: los divos tenían la suite. De pronto, Charly García salió del baño,
atolondrado, pero en el camino vio a esa chica con su cámara, que esperaba.
Volvió sobre sus pasos y la miró con “una de esas caras”. “Yo temblaba”, cuenta
Nora. “Literalmente. Me dijo ‘vos me hacés acordar a alguien’. Lo dijo con una
sonrisa y yo me aferré a eso, pensé, si sonríe le debo hacer acordar a alguien
querido.” Como la nota era con Mercedes Sosa y Charly con ella se portaba
divinamente, fue todo sencillo. Al final de la sesión, ya tirado en la cama y
fumando, Charly llamó a Nora que juntaba sus cosas en el hall de la suite.
“‘Dame tu teléfono’, me dijo. Y no sé de dónde me salió decirle ‘ok, pero vos
dame el tuyo’. Intercambiamos números, yo le di los de mi casa y de mi trabajo.
Y pensé que no me iba a llamar nunca.”
Pero llamó. Nora
trabajaba de empleada administrativa y Charly le pidió hacer fotos un sábado,
en su casa. Ella accedió, pero fue hasta el departamento de Coronel Díaz
acompañada por su mamá: todavía vivía con su familia, en Tapiales. “Estaba
muerta de miedo. Tenía ya unos 25 años pero igual me daba terror que estuviera
de mal humor.” Charly estaba exultante así que la madre pronto se fue –nunca
subió: esperó en la puerta– y Nora le sacó diez rollos antes de que él le
preguntase: “¿Tenés problema en sacarme fotos desnudo?”. Nora no tenía. Bah,
dice, tenía mi escudo protector. Y hace gesto de levantar la cámara.
Charly García es
el rocker más fotografiado por Nora: la imagen de hombre descarnado con sus
garras y sus heridas y su mirada entre profunda y enloquecida, las uñas
pintadas, el esmalte, las piernas escuálidas cubiertas por medias, el aerosol
en las paredes, los collages, la cama que lo sostiene, toda esa iconografía es
la mirada de Nora Lezano. La relación que mantienen es intensa. En la muestra
hay una secuencia de fotos curiosa: Charly García en una cinta de equipaje de
aeropuerto, metido en posiciones demenciales en un avión... “Eso fue Cosquín”,
dice Nora. “Bueno: yendo a Cosquín. El tenía que tocar a las 9 de la noche y
cuando caí en la casa, al mediodía –me habían contratado para una cobertura de
ese viaje y ese show– estaba de pésimo humor. Decía: ‘no voy’.” Convencerlo
costó horas. Finalmente aceptó viajar, pero en avión privado. En Aeroparque le
surgió otra demanda: whisky. Se lo consiguieron los pilotos, en el free shop.
La foto de arriba
pertenece a una sesión para Rolling Stone. Nora había alquilado un estudio, con
catering y maquilladoras. A la hora señalada, García llamó: “Venime a buscar”.
Ella fue. Salieron juntos en taxi. Charly subió con una guitarra y un pequeño
parlante, tocando a todo volumen. El taxi paró en Alem y entonces Nora abrió la
puerta: quería fotografiar a Charly con su equipito. “El estaba tan al mango
que el taxista quedó sordo. No escuchó que abrí la puerta ni me vio. Arrancó y
me caí del taxi. Yo escuchaba los gritos de Charly, pedía parar, ya no tocaba.
Yo estaba en la calle: la cámara se abrió. La rescaté, me dolía todo. Subí
llorando, toda raspada, y Charly me abrazó, me dio besos y me dijo: ‘Sos igual
que yo, no medís el peligro’. Cuando llegamos al estudio quiso usar mi remera,
que es la que lleva puesta, la que dice ‘kick me’ (pateame).”
¿Cómo es
fotografiar a Charly García? “Es alto riesgo. Me encanta, me vuelve loca de
placer.”
Por Mariana Enriquez
Fuente: Pagina/12
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