La verdadera historia del Adiós
En el otoño de 1975, Charly García decidió cortar por lo sano antes de que la enfermedad que se insinuaba grave terminara matando a su primer hijo, Sui Generis. Y decidió acabar con la carrera del grupo, apenas cuatro meses después de que fuera editado su tercer álbum, Pequeñas anécdotas sobre las instituciones, sobreviviente a duras penas de una feroz lucha contra la censura -que no había sido precisamente ganada-.Además de las presiones externas, García sentía que necesitaba liberarse de toda atadura para poder seguir creciendo. Y Sui Generis, exitoso y por lo tanto liberado de desafíos, ya le resultaba un obstáculo para su carrera más que un sinónimo de éxito y felicidad. "Sui Generis me ahogaba", declaró García después. "Soy una persona que cuando tiene algo muy seguro, ya no le gusta más. Estaba aburrido de que apenas comenzaba el recital y tocaba el Sol Mayor con que empieza Canción para mi muerte, el estadio se viniese abajo. Quería terminar con la imagen del chico cándido que tenía con Sui Generis, quería dar un paso más (...) Llegó un momento en que Sui Generis no ensayaba más, estábamos podridos de tocar siempre lo mismo. ¡Y encima gustábamos a las madres!".
"Todos estábamos medio aburridos, y un día vino Charly a proponernos que nos separemos", contó tiempo después Nito Mestre. "Al principio yo le dije que no, que no nos podíamos separar. Entonces decidimos esperar tres meses más, a ver qué pasaba. Aparte, había la expectativa de salir de acá a tocar, de ver si se editaban los discos afuera. Pero nunca pasaba nada, porque la grabadora no se preocupaba. Es un absurdo, porque todavía hoy viene gente y me dice que los discos de Sui Generis gustan muchísimo en Colombia, en Venezuela, y durante mucho tiempo ahí no se habían editado. Entonces es obvio que la cosa estuvo muy mal manejada. Bueno, pasaron los tres meses y realmente no había cambiado nada. Yo por ese entonces vivía en la casa de Rinaldo, y mi cabeza estaba bastante desorganizada. Entonces dijimos de hacer cuatro series de recitales en julio, los domingos a la mañana, como para hacer algo distinto que los shows, que ya nos tenían aburridos. Hicimos el primer recital en el Astral pero fue un bochorno, salió todo mal. Al otro día decidimos separarnos. Esa fue la gota que rebalsó el vaso".
"Charly me planteó un día la necesidad de disolver el grupo, y me pidió que lo mantuviera en secreto mientras él maduraba la decisión", cuenta Jorge Alvarez, por entonces editor discográfico de la banda que lideraban García y Mestre. "En aquel momento quise hacerle ver que era un error, pero cuando su decisión fue definitiva, consideré oportuno sugerirle que un grupo de una raigambre como Sui Generis no podía desaparecer de la noche a la mañana sin una explicación, sin una despedida. Así nació la idea del recital final en el Luna Park".
Gran Rex - Revista Pelo
El último -hasta ese momento- gran concierto de Sui Generis había conseguido una repercusión inédita para un grupo de rock nacional: en abril, para la segunda presentación oficial de Pequeñas anécdotas sobre las instituciones, había llenado el Teatro Gran Rex de 3.300 localidades y en horario de trasnoche (poco antes lo había hecho en el Teatro Coliseo, también con sala completa). "Cualquier cálculo o expectativa previa quedó ampliamente superada ante la inmensa masa humana que se acercó al Gran Rex", apuntó la revista Pelo en un comentario titulado "Sui Generis: Ceremonias" que publicó en su edición Nº 60. Esa crónica permite conocer detalles de cómo eran los conciertos de Sui Generis en su punto de mayor popularidad. "Con un clima muy disperso en la platea -una serie de incidentes había retrasado una hora y media la iniciación del concierto-, Sui Generis arrancó con un Instituciones bastante frío. De ahí en más, la música hizo olvidar cualquier inconveniente anterior. La programación preparada por la banda revisaba parte del material de sus tres álbumes, y algunos temas nuevos.
Día a día Sui Generis se va afianzando cada vez más en el concepto de grupo. Todos cantan, y ahora con David -ya integrado como guitarrista- y Rinaldo, hay cuatro buenas voces. Esta posibilidad se vio muy bien explotada en diversos pasajes tanto acústicos como eléctricos. El ensamble resulta perfecto, las improvisaciones responden a estructuras prefijadas, sin perder frescura. Uno de los aspectos más llamativos fue la renovación que ha tenido todo el material de Vida y Confesiones de invierno. Canciones que no esperábamos volver a escuchar, volvieron a ser recreadas de una forma novedosa".
"Dos de ellas resultaron particularmente bellas: Natalio Ruiz -con un eficiente arreglo de melotrón- y Rasguña las piedras. Otro de los aspectos destacados fue la fuerza exhibida por el grupo. Rinaldo Rafanelli es un verdadero muro sobre el que se apoya toda esa potencia. Por su parte, Lebon no sólo está totalmente integrado, sino que demostró buen gusto e intuición en el manejo de la guitarra. Uno de los momentos culminantes del concierto fue la improvisación en Pequeñas delicias de la vida conyugal, con un contundente riff de Rinaldo. Entre las canciones acústicas tocaron Botas locas, un viejo tema que no pudo ser editado, muy bien interpretado, con un folk rock entrador, cantado a cuatro voces y guitarras en la mejor onda acústica".
"Todo muy bien respaldado por un buen sonido, iluminación acorde, y la clásica alegría escénica que transmite Sui Generis", concluyó Pelo. "La energía volcada por Sui Generis a través de más de dos horas y media de tocar ininterrumpidamente, transmitió a los espectadores un clima que más de una vez los sacudió".
Gran Rex - Revista Mordisco
También la revista Mordisco (embrión del Expreso Imaginario que aparecería poco después) comentó aquel concierto del Gran Rex, poniendo énfasis en cuestiones extramusicales como el "alto precio de la entrada" y las fallas de "una de las peores organizaciones vistas en los últimos tiempos. Este comentario, firmado por Néstor Letzen, permite conocer otros aspectos que eran habituales de los recitales de aquellos tiempos, y ciertos tics que tenía el público. "Así pues, luego de largo rato de empujar y empujar, llegamos a una de las dos puertas habilitadas, donde fuimos recibidos por firmes manos de una especie de porteros, que nos introdujeron aceleradamente al interior del hall, mientras nos indagaban casi en calidad de detenidos por nuestra entrada. (Los que no la tenían por haberla perdido en el tumulto o simplemente intentaban entrar sin pagar, eran trasladados a una segunda sección llamémosla "de empaque", en la otra punta del hall, donde ya podemos imaginar su final). Una vez en la sala, los ánimos de los que tuvieron que pasar por esa serie de pruebas estaban bastante caldeaditos y durante el tiempo de espera se fueron descargando entre chiflidos, guerras de avioncitos y estribillos como "Vea, vea, vea, qué cosa más bonita, nosotros esperando y ellos se llevan la guita", mientras tanto, por las columnas escapaba la música de Tubular bells de Mike Olfield. Ya eran las dos de la mañana. Por fin a las dos y cuarto se abrió el telón".
En el final de la nota, el cronista de Mordisco apuntó que "el saldo positivo fue dado por la gran cantidad de público que se movilizó para escuchar la música de Sui Generis, que si bien respondió a las expectativas de todos, con el nivel ya conocido del grupo, tal vez sería bueno que a esta altura de su carrera encarara con mayor rigor su obra, dejando de lado ciertas facilidades que a veces se deslizan en partes de sus letras y su música. Lo negativo, ya lo mencionamos al principio. Es hora de entender que la responsabilidad de que las salas se abran a los recitales de rock no es sólo del público, sino de todos los que cobran por esa función".
El anuncio del final - Revista Pelo
A mediados de 1975, la Argentina estaba demasiado convulsionada por hechos políticos y sociales como para conmoverse por la noticia de que un grupo de rock local, aunque fuese por lejos el más popular, había decidido desintegrarse. Pero en el ambiente juvenil ligado a esa música -que cada vez era más numeroso-, la noticia cayó como una bomba.
En una nota que publicó en su Nº 63, referida a la explosiva disolución del proyecto Sui Generis, la revista Pelo le preguntó a García cuáles habían sido los motivos de su decisión. Contestó Charly: "El motivo es simple. Creo que Sui Generis se tenía que terminar en algún momento. Y pienso que éste es el mejor momento para hacerlo. Es el cansancio de hacer siempre lo mismo, y tomar conciencia de que esto dio hasta donde podía dar".
-Vos hacés referencia a una monotonía creativa. Sin embargo, en el último año el grupo cambió totalmente de dirección musical, y además recibió el aporte de dos nuevos músicos.
-Correcto. Precisamente el ingreso de Rinaldo (Rafanelli) y Juan (Rodríguez) contribuyó a acelerar el proceso. Es decir que lo que quizá podíamos continuar dando como dúo, fue rápidamente explotado como cuarteto. Si no hubiera sido de esta forma, quizás hubiéramos continuado más tiempo, o terminado antes. En mi criterio personal, me inclino por esto último. Además, la incorporación de los nuevos instrumentos sólo significó una dirección.
-Rafanelli: "Creo que conviene aclarar que esto es producto de la actitud personal de cada uno. Es una reacción íntima, totalmente independiente del trato humano en la banda. Es decir que no estamos ni enfrentados ni nos llevamos mal. El germen de todo esto, el que precipitó la eclosión fue Charly, que es uno de los fundadores de Sui Generis, y que hace muchos años viene componiendo y tocando en función de lo que es Sui Generis. Es así que siempre hacer El hada (Un hada, un cisne) o Rasguña las piedras pudo transformarse en una carga. Cierta tranquilidad económica, el éxito, el reconocimiento público, y todos los intereses inherentes a una banda que trabaja bien, no te ayuda a sobrellevar lo otro: la historia. Y en un momento determinado uno duda de lo que está haciendo. En cierta medida es reaccionario agarrarse de algo que ya está establecido. Y yo estoy de acuerdo con Charly, pero a él le correspondía la iniciativa".
En el reportaje, se lo consultó a García en qué medida incidían en su decisión las numerosas alternativas que había sufrido el álbum Pequeñas anécdotas sobre las instituciones. La respuesta fue clara: "Nos tiró muy abajo saber que el disco se vendió mucho menos que los dos anteriores. Y es sin duda el mejor de los tres que grabamos. Y el que empezamos a grabar es todavía mucho mejor..., pero no se quién lo va a comprar". García se refería a Ha sido -con acento en la "a", o sea, "ácido"-, un álbum que a principios de 1975 proyectaba grabar Sui Generis.
-¿Entonces ha existido un proceso de desfasaje en la evolución del oyente de Sui Generis?, siguió aquel reportaje, del que participaron tres de los cuatro integrantes del grupo: García, Mestre y Rafanelli.
-Charly: Creo que es la racción del público frente a cierta parte de la obra. Claramente Instituciones se vendió menos que los dos anteriores. Eso significa que a la gente le gustó más los dos anteriores.
-En su momento, Vida y Confesiones de invierno tampoco registraron el nivel de ventas que tienen actualmente. Por lo tanto, sería factible que la banda haya evolucionado más rápidamente de lo que el público estaba preparado para recibir.
-Nito: Creo que sí. Y seguramente cuando salga el cuarto álbum, Instituciones se va a vender mucho más. Significa que estamos yendo más allá de lo que el público esperaba.
-¿Y esto en qué medida influye en ustedes?
-Rinaldo: Es una dualidad sumamente molesta. Si no te acoplás a la gente, te estás limitando; y si no lo hacés, te aburrís. Imaginate lo que significa para un músico hacer un esfuerzo creativo, en el cual uno vuelca todas sus inquietudes, y que la gente siempre insista con las mismas cosas.
-La popularidad y el hecho de tener que presentarse asiduamente tocando el mismo material, contribuye en el desgaste de un grupo?
-Charly: Evidentemente. El tocar siempre lo mismo, convierte al grupo en una especie de máquina. Pero es un problema del país, del medio. Si no hacés diez shows por semana, no tenés ni para comprarte una púa. Y ojo, porque la gente se cree que estamos llenos de plata. Simplemente vivimos al día, no podemos darnos el lujo de parar de tocar ni siquiera diez días. Sui Generis antes comía fideos todos los días, ahora podemos comer carne y otras cosas, pero ninguno de nosotros tiene un par de millones en el banco, ni nada semejante.
-¿Cómo será el final?
-Charly: De aquí a setiembre, fecha prevista para la separación, vamos a grabar un cuarto álbum, haremos giras de despedida y un recital en el Luna Park.
-¿Qué significa esta etapa final?
-Charly: Simplemente sabemos que en setiembre Sui Generis desaparecerá. Por eso este último álbum será el mejor.
Las horas previas
Sobre el fin de la penúltima semana de agosto, las entradas para el anunciado concierto de despedida de Sui Generis en el Luna Park se agotaron. "Ahí Alvarez me llamó para decirme que habíamos vendido todas las entradas, y me preguntó si queríamos hacer otro", contó Charly García a Daniel Chirom, en declaraciones para el libro Charly García. "Yo le dije que sí, con la condición de que nos asegurara de que íbamos a llenar otra vez. Alvarez me contestó que sólo íbamos a llenar la mitad, pero al otro día llamó para decirme que al ritmo que íbamos, íbamos a agotar seguro las localidades para el segundo". En el mencionado libro, García admitió no haber creído que el poder de convocatoria de Sui Generis era, por entonces, tan grande. "Creía que llenábamos un Luna, pero nunca pensé en dos. En realidad, yo no tenía mucha noción de la gente que arrastraba Sui Generis porque el grupo estaba super mal manejado. En vez de hacernos tocar cinco veces al año en grandes estadios con buen sonido, nos hacían tocar en bailes en los que yo veía venir gente por todos lados pero pensaba que sólo iban a bailar, no a ver a Sui Generis. En mi fantasía, Sui Generis era seguido por un grupo de intelectuales que entendía sólo de música y lo demás era el baile, gente que le daba lo mismo que estuviera Sui Generis o La Joven Guardia".
"Lo que me acuerdo es que Jorge (Alvarez) era muy amigo de Tito Lectoure, y así fue como le dijo que quería tomar una fecha para hacer el último recital de Sui Generis; ahí empezamos a laburar en la producción", dice el productor José Luis Conejo García, por entonces asistente técnico de Sui Generis. "A medida que se acercaba el día, empezaron a agotarse las entradas, y Jorge dudó, y le preguntó a Lectoure qué hacer. Le dijo: "Me parece que vamos a agotar, ¿hacemos otra función?". Lectoure le dijo que no, que en todo caso le daba más populares. Cabían hasta seis mil personas en cada tribuna popular. Pero enseguida se vendieron también esas populares. Así se llegó a las 14 mil entradas vendidas. Entonces se puso otra función a la venta, de la cual se vendieron al final 12 mil y pico de entradas. Entonces, cuando todo estuvo listo, la pregunta era cómo hacer salir a los 14 mil de la primera función para que entraran los otros. Todos estábamos medio paranoicos, porque el antecedente que había del rock en el Luna Park, el despelota de la Pesada, era nefasto. Por eso, al principio Lectoure no quería saber nada, y Jorge lo estuvo convenciendo durante bastante tiempo para que el rock tuviera otra oportunidad en ese estadio". (En un concierto celebrado el viernes 20 de octubre de 1972, se produjo una revuelta en las tribunas del Luna Park mientras actuaba La Pesada del Rock'n'Roll. Al advertir que parte del público estaba siendo víctima de la represión llevada adelante por los efectivos de seguridad del lugar, el cantante de la banda, Billy Bond, gritó desde el escenario: "¡Rompan todo!"..., sugerencia que fue tomada en cuenta). "El temor era tremendo, tal es así que Lectoure temrinó cobrando el doble de lo que habían pactado al principio. Cuando se largó la venta de la segunda función, Jorge le decía que había alquilado el estadio por un día completo, así que si quería podía hacer terminar haciendo 14 funciones. Pero Tito le decía que no, porque él era el que corría el riesgo de que le rompieran el Luna de nuevo. Al final, ese día la gente fue tan protagonista como el artista".
En medio del show, García llegaría a decir desde el escenario a los asistentes: "Les quiero pedir una cosa. Simplemente, si quieren bailar, y hacer lo que quieren hacer, háganlo. Pero por favor, no rompan nada, y traten de cuidar todo. No se paren en las sillas y esas cosas".
El gran día
Para aquella gran velada, Charly García vistió un smoking blanco con una orquídea en el ojal, una galera y zapatillas también blancas. Nito Mestre eligió algo más despreocupado: una camisola de bambula naranja y jeans gastados. Juan Rodríguez se puso una vieja remera roja y Rinaldo Rafanelli lució una remera blanca y un chaleco.
El orden de las canciones que después tuvieron los discos y la película no es el que Sui Generis presentó en el estadio. En rigor, ninguno de los protagonistas y los allegados a la banda recuerda cuál fue la sucesión de los temas aquel día.
El pasaje no-musical más famoso del Adiós se vivió poco antes de la última canción del primer show. Fue cuando, tal como se había convenido entre los músicos y los organizadores, García se dirigió a la multitud y dijo: "Ustedes saben..., ustedes saben que hay muchos chicos afuera que están hace mucho tiempo esperando entrar. O sea que, les pido... les pido por favor que... O sea, nosotros vamos a tocar un tema más (ovación). Pero después de eso... después de eso les pido que... que ¡se vayan! (sonrisa nerviosa). O sea, los amamos muchísimo a todos, pero ustedes saben lo que pasa. Bueno, yo me despido ahora: chau, chau, chau, loco, chau..."
El adiós fue, así, un gesto de libertad.
Los comentarios en los medios gráficos:
La Opinión
"Entre la histeria y el fanatismo se despidió Sui Generis", anunció el diario La Opinión. El comentario, escrito por Roberto García y titulado "Un grupo de rock convoca en el Luna Park a treinta mil jóvenes", se convirtió con el paso del tiempo en la cita más común para recordar el Adiós Sui Generis. Su versión completa, pocas veces transcripta, decía:
"La despedida excedió el marco musi8cal. Y es obvio: ¿qué figura en Buenos Aires puede convocar a 30 mil personas? (y que además paguen seis mil pesos viejos por cada localidad). Fue lo que ocurrió en el Luna Park la noche del viernes, al ofrecer el conjunto de rock Sui Generis un recital en dos funciones para despedirse de su público".
"El primer acto empezó a las 20 y 30. Las entradas estaban agotadas desde quince días antes, pero hubo gente que se instaló en los alrededores desde las siete de la mañana. Conel filo de la tarde creció la multitud (había colas por Leandro N. Alem y por Madero). Los rutinarios de la zona, ignorantes del festival, nada entendían; mucho menos los noctámbulos tangueros que, a las tres de la mañana del sábado, vieron desfilar a ese río de muchachos por una fría avenida Corrientes cada vez más triste y decadente".
"¿Quiénes son?", preguntó un porteño veterano. "¿Gardel?", se contestó bromeando. En rigor, se quejaba por no encontrar una silla en el Suárez, una de esas dos islas que todavía mantienen la luz prendida toda la noche en la calle de sus amores. "Ni con Locche", se sorprendió uno de los kiosqueros del Luna Park. "Ni con Monzón", precisó un cliente que le compraba cigarrillos. Y era cierto. En esas peleas hubo entre 20 mil y 25 mil espectadores".
"La fiesta estaba en la gente. En la ropa: allí se mezclaba la extravagancia y el pelo largo con el atildamiento y la pulcritud de aquellos que recién habían dejado la oficina. Los vendedores de café y gaseosas -también había de whisky- liquidaron sus stocks; otros mercaderes empezaron ofreciendo posters de Sui Generis a tres mil pesos viejos y los agotaron en cinco mil".
"Había clima de histeria en los controles. No menos nerviosa estaba la guarda de corps del conjunto (y uno se acordaba de un festival de los Rolling Stones que terminó con un crimen y varios heridos). Los asistentes de la primera función no quisieron abandonar el estadio; casi se llegó al desalojo. Hasta la policía parecía algo intranquila. Es que hubo mucha gente, también silbidos. Todo se filmó con cuatro cámaras dirigidas por Bebe Kamín y supervisadas por Leopoldo Torre Nilsson. La recaudación tuvo su interés: 180 millones de pesos viejos, de los que dispondrá el productor del conjunto, Jorge Alvarez, aquel audaz editor de antaño".
"El filósofo austríaco Lidwing Wittgenstein escribió que "lo que puede ser mostrado, no puede ser dicho". Y aquí es donde falla cualquier explicación del fenómeno Sui Generis, a pesar de que finalmente se intente. Ellos dicen "buenas noches" y se produce el estruendo; luego se generan diálogos como los que sostienen Gaby, Fofó y Miliki con los chicos. Pero entre la ingenuidad y la escasa poesía de las letras, se alzan los decibeles, el frenesí musical y algunas historias cantadas"
"Por ejemplo, la de una normal familia norteamericana que mata a hachazos a sus hijos y parientes; o aquella que habla de la importancia de hacer ahora lo que papá y mamá bajo la frazada, sin hablar de aquella otra, la de un muchacho de 20 años que integra "un ejército loco de pelo corto en el que todo está tan confundido que se creeo que yo soy el otro".
"Sui Generis es un conjunto de cuatro miembros en el que dos predominan. Uno, Charlie García, compositor de todos los temas, toca simultáneamente dos órganos electrónicos, a veces la guitarra, el piano se lo reserva para el jazz. Se viste con frac y galera de lamé blanco, lleva una orquídea en el pecho y zapatillas de básquet. El otro, la melancólica voz que caracteriza a Sui Generis, se llama Nito Mestre, tiene apariencia andrógina, se especializa en la guitarra y la flauta. Se pueden haber parecido a Simon & Garfunkel, su música tal vez sue3ne como la de otros grupos norteamericanos o ingleses, el piano a martillo quizá influya sobre todo lo que compone García, un virtuoso que hasta se viste como León Russell. Pero más parece importar lo que ogran con la gente, ese público fiel que oscila entre los 14 y los 20 años, del que son genuinos representantes. "Porque eso es lo que no se puede negar -puntualizó un porteño escéptico-, sobre todo en este país, de tan extraña democracia, en el que seguramente ningún partido político hoy puede juntar diez mil en el Parque Lezica".
Clarín
El diario Clarín también dedicó espacio al concierto. En uno de los párrafos del comentario, elogió sin pudor la performance de Charly García aquella noche: "Raramente se encuentra tan crepitante imaginación para tomar un cauce, abandonarlo, regresar parcialmente a él como en un movimiento de espiral, multiplicar las variantes rítmicas alterando los tiempos de apoyo, las síncopas y los saltos armónicos, y finalmente desembocar en un gran cauce melódico que no necesita del énfasis para ser una culminación sonora. Las pianadas de Charlie García fueron memorables".
El Cronista Comercial
La importancia de Sui Generis fue elogiada con énfasis por El Cronista Comercial. "Es un caso inusual dentro del confuso y alicaído espectro de la música moderna argentina. Componentes del movimiento rock, lograron superar la barrera elitista que caracteriza a muchos de sus intérpretes; propulsaron en sus presentaciones un clima de fiesta, de participación no planificada cuya única ciencia radica en la espontaneidad y evidenciaron en su trayectoria una evolución constante -tanto en el aspecto musical como vocal- que no los alejó de sus adeptos. Por el contrario, la adhesión creció, transformándolos en el grupo nacional más importante de la década. Y todo ello sin concesiones. (El del Luna Park) fue un recital de música, repleto de vida y triunfó la vitalidad sobre la nostalgia".
La Razón
"Cuando surgió el 'chau, chau, chau' de García, los atronadores aplausos y un coro formado por 'uoooh, oh, oooh', que gritaban con verdaderas ganas 15 mil gargantas, hicieron trepidar el Luna Park, mientras afuera otras 15 mil personas aguardaban más nerviosamente la hora de entrar".
Revista Gente
En su edición 529 del 11 de setiembre, la revista Gente publicó una doble página gráfica (seis fotos con sus correspondientes epígrafes) que tituló con su inefable estilo: "Qué mambo, loco... Qué mambo" (Reunieron más gente que Gardel).
Revista Antena
Hasta la revista Antena, habitualmente dedicada al espectáculo de farándula, dedicó espacio al Adiós. "30 mil personas en el recital de Sui Generis", anunció, y con el titular dejó abierto el interrogante "¿Y a este fenómeno social, quién lo explica?". "Treinta mil personas: el sueño de Mirtha Legrand, Luis Sandrini, Antonio Gasalla, Ginamaría Hidalgo, Les Luthiers y Susana Rinaldi juntos. Treinta mil personas en una noche: un fenómeno digno de analizarse. Apto para preguntarse: ¿Por qué?", señaló en un párrafo de la nota. El autor (anónimo, porque el texto se publicó sin firma) dio pistas de no haber entendido mucho, dado la respuesta que esboza más adelante: "El predicamento de Sui Generis dentro del rock nacional hay que comenzar a verlo a partir de la fácil complicidad con que los adolescentes se adhieren al rock como forma llamativa y protestona de enfrentar lo establecido; como lenguaje común para renegar de los adultos y de las tradiciones.
Como método, pues, de eludir la difícil tarea de encontrar una ubicación con futuro dentro de un mundo convulsionado y muchas veces represivo. Difícilmente cualquiera de estas cosas tenga algo que ver directamente con el arte musical. Por lo tanto, que los adolescentes argentinos hayan escogido a Sui Generis como su favorito, hasta crear de la noche a la mañana un fenómeno social como el que se pudo presenciar el viernes 5 de setiembre, se explica por el hecho de que se trata de un conjunto folk-rockero de sonido efectista (sintetizador electrónico, clavicordio, órgano y piano ídem) cuyos temas, tan pretenciosos como volátiles en su contenido, aparecen ideales para aquellos jóvenes que quieren incorporarse al mundo, el lenguaje, las fantasías y las evasiones que promete la cultura pop. Es decir, para los que quieren ingresar a una corriente en la que están todos y que nadie cuestiona, razonablemente al menos".
Revista Pelo
Posiblemente ante comentarios como el de Antena, la revista Pelo emprendió una encendida defensa del rock, que por primera vez estaba accediendo a los medios masivos, y con una evidente dosis de fanatismo, editorializó en su primera edición posterior a los recitales en el Luna Park: "Sui Generis y 36 mil personas demostraron que el rock es lo más grande en la Argentina" (Hasta el número de asistentes al estadio fue mayor para la publicación rockera). "El recital de despedida de Sui Generis en el Luna Park fue la mayor fiesta que hayan tenido los amantes y defensores de la música con actitud progresiva en mucho tiempo", comenzó apuntando. "Pero más allá de eso, el doble recital se convirtió en un hito de un valor fundamental para la música de rock. Que eso es lo cierto, no lo demuestran las alabanzas sino el tratamiento que le dio la prensa general a un acontecimiento que se resistieron a comprender. Algunos diarios trataron de denigrar el acontecimiento, enmarcando dentro de una supuesta manifestación hippie, aduciendo que "Buenos Aires da para todo". Es cierto: Buenos aires da para tener un formidable, auténtico movimiento de música popular moderna que, a pesar de no transar con los grandes pulpos, es capaz de convocar a 36 mil personas. Ese sentimiento de solidaridad, de unión, esa multitud que se reúne por placer nadie hoy en la Argentina es capaz de reunirla fuera del rock. Y eso es lo que molesta. Sui Generis es, desde ese día, el grupo musical más importante que haya tenido alguna vez la Argentina. Y eso está claro para nosotros. Aunque los demás no lo reconozcan, y hasta lo denigren".
"Ese recital fue, además, un ejemplo de organización y de respeto humano. Cuando en los partidos de fútbol roban, golpean, insultan y tratan como animales, cuando la violencia parece ser el alimento diario, un festival de música rock, donde se reúnen decenas de miles de personas, se convierte en una isla de entendimiento y cordialidad".
"Pero también tiene otros méritos singulares: haber sido técnicamente el espectáculo más completo en materia de sonido: se utilizaron cinco mil watts de amplificación. Fue, además, filmado por un equipo dirigido por Leopoldo Torre Nilsson y grabado en vivo para el sistema cuadrafónico. Nunca antes hubo un despliegue de esa importancia en un espectáculo. Sui Generis, en su despedida, lo merecía, y su público también. Los organizadores, dirigidos por el productor Jorge Alvarez, demostraron para siempre que el rock es masivo, poderoso y que es posible manifestarlo con gran nivel de espectáculo, con eficiencia técnica y, sobre todo, con la dignidad que otras manifestaciones no pueden conseguir pero quieren adjudicarse. Las 36 mil personas que se encontraron para despedir a Sui Generis demostraron claramente lo que significa el rock en la Argentina. Desde esa óptica, las cosas cambiarán".
En el interior del mismo número, la revista le dedicó una doble plágina (básicamente gráfica) a la reseña del concierto. Bajo el título "El portentoso adiós", apuntó: "Después de mucho tiempo, el coliseo de cemento volvió a llenarse de rock, del canto y el baile de una multitud que, como pocas veces, celebró una fiesta de música y auténtica alegría. El portentoso adiós a Sui Generis quedará grabado por largo tiempo en los oídos y las retinas de todos los que asistieron al Luna Park. Por eso resulta difícil analizar lo que aconteció musicalmente porque ese espectáculo fue mucho más que eso".
"Y en semejante circunstancia, tampoco el conjunto permaneció ajeno a tanto festejo, sino que fue su principal promotor. Ateniéndose a pautas técnicas frías, este no fue el mejor recital de Sui Generis: hubo algunos desfasajes y cierta desaprensión en el manejo de las voces. Algo justificado en la medida que el grupo ganó en fuerza y espontaneidad".
"A lo largo de cinco horas, en dos funciones, el grupo recorrió una selección de temas de sus tres álbumes y del próximo a editarse, Ha sido. Las canciones -tres de cada disco- fueron seleccionadas con hábil criterio. Aunque no son las mejores, sin duda son las más representativas de las diversas etapas de Sui Generis. Desde el aún tímido, en ese momento, dúo de Vida, hasta el ensamblado cuarteto de Instituciones. Los temas de Ha sido seguramente tendrán el mismo recibimiento masivo de los anteriores. El nuevo álbum tiene aún más desarrollo instrumental, dejando de lado la temática conceptual".
"La mayoría de lo escuchado, aún lo má viejo, sufrió el paso del tiempo y los cambios. Casi todas las canciones han sido llevadas hacia la nueva y última etapa de Sui Generis. Los ataques están orquestados con el sintetizador de cuerdas, y el bajo y la batería subrayan las palabras creando climas grotescos".
"El único tema que se ha mantenido intacto al tiempo es Canción para mi muerte. Un verdadero regalo para el público después de que Sui Generis no la tocara durante un año y medio. Resultó impresionante escuchar cantar a todo el público hasta tapar virtualmente a los músicos. Sin lugar a dudas este es uno de los méritos más importantes del recital, hacer participar a un público que generalmente es frío y exageradamente crítico".
"El sonido general fue correcto, dentro de las posibilidades bastante difíciles del estadio. La iluminación fue excelente, acorde a la magnitud del evento, con un buen criterio para la selección de colores en los distintos pasajes musicales. Este fue uno de los elementos preponderantes del espectáculo, sin duda la primera vez que un grupo argentino fue iluminado de acuerdo al nivel del concierto".
"Después de esto, es evidente que a Sui Generis hay que analizarlo como un fenómeno pocas veces visto en la música popular argentina. El lleno total de ambas funciones superó todas las predicciones, aún la de los organizadores. Al margen de esto, y para sintetizar, Sui Generis realizó una buena actuación. Y sobre todo sus cuatro integrantes demostraron sus habilidades musicales, y gran histrionismo para manejar al público".
Por: Victor Pintos
Fuente: Bienvenidos al Tren
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