"Viste cuando está todo bien. Lo que pasa es eso. Es como estar ganando un partido 6 a 0". En una pequeña sala del Microestadio de Argentinos Juniors, mientras se entrega sin resistencia a una maquilladora, Charly García habla de su "regreso".
Acaba de terminar de ensayar, por enésima vez, el repertorio completo de lo que será, mañana en Vélez, su reencuentro con el público porteño. Y confiesa su ansiedad por estar ahí. "Creo que va a ser muy emocionante. Muy emocionante. Va a ser un concierto que va a quedar en la historia. Como aquel Ferro cuando destruí una ciudad, será un concierto que va a dejar una marca", advierte.
En ese sentido, anticipa que no será "el típico show de rock and roll, sino algo más teatral". Y, aunque la consigna es guardar la información bajo llave, se escapa por ahí que habrá bastantes cambios con respecto a las puestas de Perú y Chile, que incluyen más proyecciones, fuegos artificiales, y un despliegue escénico con "gente que vuela, cosas que aparecen y desaparecen, que se mueven".
"Yo le transmití a Pichón Baldinu mi deseo de que el lugar sea como un teatro. Le pasé algunas puntas, pero la mayoría de las ideas son de él", aclara, con un entusiasmo que no disimula ni un poco.
Sobran las razones para que sea así. No cualquiera cambia el final obvio de la película de su vida apenas un minuto antes de caer al precipicio y de que empiecen a correr los títulos, para proponer una segunda parte a toda orquesta. García sí. Y en esta continuación, la música ocupa el centro de la pantalla.
"Pasé bastante tiempo metido en otras cuestiones. Pero ahora, después de haber estado en el fondo, recuperé ese interés por lo musical", admite. Tan es así que prefiere, por ahora, no hablar de nuevas composiciones. "Seguramente salgan cosas nuevas en las próximas giras. Pero este sonido me gusta mucho, y no quiero distraerme", asegura.
Los ensayos son una evidencia de ese cambio. Allí, García no sólo toca y canta, sino que corrige y marca detalles que hacen que las canciones sean cada vez más fieles a sus versiones originales. "Lo primero fue aprenderlas. Lo segundo, integrar a los chilenos. Entonces, con la orquesta sonando, elegimos los temas. Y ahora es el momento de las sutilezas", explica.
¿En algún momento tuviste temor de que este regreso no resultara como lo esperabas?
No, temor no. Estaba todo calculado, y yo soy animal de escenario. Así que, con tocar el piano y cantar muy bien, me sentía seguro. Y creo que, gracias a clases que he tomado y a vicios que he dejado, estoy cantando muy bien. Además, la banda, en vivo, además de tener mucha garra y rock and roll, tiene una espontaneidad y una calidad que puedo aprovechar para destacar lo que quiera. Y todo el mundo se da cuenta de que lo que digo es lógico y coherente.
El Charly de escenario, modelo 2009, transita la recuperación de su obra en paralelo con la de su habilidad para tocar. En ese recorrido, elige delegar los teclados en el Zorrito Quintiero, y dedicarse de lleno al piano. "Este Charly es un cantor que toca el piano. Una especie de Elton John, un poco más alto", compara. "Y un poco menos gordo", bromea Quintiero, junto a Fernando Szereszevsky, manager de García, quien no se separa ni un segundo de él, y a quien recurre en forma permanente.
Hay una especie de reivindicación tuya como cantante.
Es que me había olvidado de cantar. Yo iba y dejaba cantar a la gente. Ahora es distinto. Soy cantante, pianista y amigo.
En el repertorio hay canciones de todos tus discos solistas, menos de "Say no more ". ¿Por qué?
Say no more tiene su gran parte de caos. Y no me pegaba. Los temas los elegí por lo que quería transmitir. Y en este momento estoy para Say no more de lujo. Considero a Deberías saber por qué un nuevo Say no more. Pero es otra etapa. El caos y todo eso ya pasó.
¿Lo extrañás?
Tengo buenos recuerdos. Pero me siento mejor ahora. Sé adónde voy a dar el paso. Antes, medio que todo era una zapada.
Zapada o como se llamara, para los tiempos de su última internación, en junio del año pasado, hacía rato que los conciertos de García ofrecían, con suerte, algunos destellos del brillo de antaño, en medio de enojos, interrupciones, ruidos varios y decepción. Mucha decepción, que resignó a gran parte de su público a ponerle oídos a sus discos y evitar las experiencias de verlo en vivo. Sin embargo, el recital de mañana será a estadio lleno.
¿Te molesta que haya quién aún tenga dudas acerca de si estás en forma para tocar?
No. La duda es lógica. Pero hay una cosa que es la duda y otra que es la mala leche. Creo que son pocos los que realmente me desean el mal. Pero esos, que vayan también, porque algo van a aprender.
Apenas terminaste el concierto en Lima, se lo dedicaste a tus amigos, pero más a tus enemigos. ¿Te quedan muchos?
La verdad, no lo sé. Como siempre digo, no tengo Internet, y no me informo demasiado. Igual, lo que recibo en la calle, cada vez que salgo, es cariño. De todas las generaciones. Desde los pendejos hasta los más viejos.
De la mano de Szereszevsky y Quintiero, la charla deriva hacia quienes pueden haberse visto afectados por la recuperación de García, y su reinstalación en el centro de la escena, "que les puede hacer perder ese espacio".
"Eso puede ser", reconoce el músico. Y se detiene en su rehabilitación. Ejercicios, análisis, entrenamiento. Una rutina que incluyó la visita periódica a un centro de rehabilitación cognitiva, un tratamiento kinesiológico y mucha constancia.
"La verdad es que le puse huevo a mi recuperación. Le puse aguante. Va más allá de quienes me ayudaron, de quiénes me tratan. Podía haberme quedado más blandengue, y jamás hubiera podido tocar de nuevo. Pero me puse como meta volver a tocar. Y acá estoy", monologa.
¿Qué sentiste al revisar tu obra desde una esta nueva perspectiva?
Sentí que mis canciones tienen vigencia. Que fueron como predicciones de cosas que me pasan ahora, o que quería que me pasaran. Y, al cantarlas, las resignifico. O sea, ya no todo es sexo droga y rock and roll. Saqué las drogas. Pero está bien. Ya tomé tantas, que ahora disfruto de esto.
Por: Eduardo Slusarczuk
Fuente: Clarín
Acaba de terminar de ensayar, por enésima vez, el repertorio completo de lo que será, mañana en Vélez, su reencuentro con el público porteño. Y confiesa su ansiedad por estar ahí. "Creo que va a ser muy emocionante. Muy emocionante. Va a ser un concierto que va a quedar en la historia. Como aquel Ferro cuando destruí una ciudad, será un concierto que va a dejar una marca", advierte.
En ese sentido, anticipa que no será "el típico show de rock and roll, sino algo más teatral". Y, aunque la consigna es guardar la información bajo llave, se escapa por ahí que habrá bastantes cambios con respecto a las puestas de Perú y Chile, que incluyen más proyecciones, fuegos artificiales, y un despliegue escénico con "gente que vuela, cosas que aparecen y desaparecen, que se mueven".
"Yo le transmití a Pichón Baldinu mi deseo de que el lugar sea como un teatro. Le pasé algunas puntas, pero la mayoría de las ideas son de él", aclara, con un entusiasmo que no disimula ni un poco.
Sobran las razones para que sea así. No cualquiera cambia el final obvio de la película de su vida apenas un minuto antes de caer al precipicio y de que empiecen a correr los títulos, para proponer una segunda parte a toda orquesta. García sí. Y en esta continuación, la música ocupa el centro de la pantalla.
"Pasé bastante tiempo metido en otras cuestiones. Pero ahora, después de haber estado en el fondo, recuperé ese interés por lo musical", admite. Tan es así que prefiere, por ahora, no hablar de nuevas composiciones. "Seguramente salgan cosas nuevas en las próximas giras. Pero este sonido me gusta mucho, y no quiero distraerme", asegura.
Los ensayos son una evidencia de ese cambio. Allí, García no sólo toca y canta, sino que corrige y marca detalles que hacen que las canciones sean cada vez más fieles a sus versiones originales. "Lo primero fue aprenderlas. Lo segundo, integrar a los chilenos. Entonces, con la orquesta sonando, elegimos los temas. Y ahora es el momento de las sutilezas", explica.
¿En algún momento tuviste temor de que este regreso no resultara como lo esperabas?
No, temor no. Estaba todo calculado, y yo soy animal de escenario. Así que, con tocar el piano y cantar muy bien, me sentía seguro. Y creo que, gracias a clases que he tomado y a vicios que he dejado, estoy cantando muy bien. Además, la banda, en vivo, además de tener mucha garra y rock and roll, tiene una espontaneidad y una calidad que puedo aprovechar para destacar lo que quiera. Y todo el mundo se da cuenta de que lo que digo es lógico y coherente.
El Charly de escenario, modelo 2009, transita la recuperación de su obra en paralelo con la de su habilidad para tocar. En ese recorrido, elige delegar los teclados en el Zorrito Quintiero, y dedicarse de lleno al piano. "Este Charly es un cantor que toca el piano. Una especie de Elton John, un poco más alto", compara. "Y un poco menos gordo", bromea Quintiero, junto a Fernando Szereszevsky, manager de García, quien no se separa ni un segundo de él, y a quien recurre en forma permanente.
Hay una especie de reivindicación tuya como cantante.
Es que me había olvidado de cantar. Yo iba y dejaba cantar a la gente. Ahora es distinto. Soy cantante, pianista y amigo.
En el repertorio hay canciones de todos tus discos solistas, menos de "Say no more ". ¿Por qué?
Say no more tiene su gran parte de caos. Y no me pegaba. Los temas los elegí por lo que quería transmitir. Y en este momento estoy para Say no more de lujo. Considero a Deberías saber por qué un nuevo Say no more. Pero es otra etapa. El caos y todo eso ya pasó.
¿Lo extrañás?
Tengo buenos recuerdos. Pero me siento mejor ahora. Sé adónde voy a dar el paso. Antes, medio que todo era una zapada.
Zapada o como se llamara, para los tiempos de su última internación, en junio del año pasado, hacía rato que los conciertos de García ofrecían, con suerte, algunos destellos del brillo de antaño, en medio de enojos, interrupciones, ruidos varios y decepción. Mucha decepción, que resignó a gran parte de su público a ponerle oídos a sus discos y evitar las experiencias de verlo en vivo. Sin embargo, el recital de mañana será a estadio lleno.
¿Te molesta que haya quién aún tenga dudas acerca de si estás en forma para tocar?
No. La duda es lógica. Pero hay una cosa que es la duda y otra que es la mala leche. Creo que son pocos los que realmente me desean el mal. Pero esos, que vayan también, porque algo van a aprender.
Apenas terminaste el concierto en Lima, se lo dedicaste a tus amigos, pero más a tus enemigos. ¿Te quedan muchos?
La verdad, no lo sé. Como siempre digo, no tengo Internet, y no me informo demasiado. Igual, lo que recibo en la calle, cada vez que salgo, es cariño. De todas las generaciones. Desde los pendejos hasta los más viejos.
De la mano de Szereszevsky y Quintiero, la charla deriva hacia quienes pueden haberse visto afectados por la recuperación de García, y su reinstalación en el centro de la escena, "que les puede hacer perder ese espacio".
"Eso puede ser", reconoce el músico. Y se detiene en su rehabilitación. Ejercicios, análisis, entrenamiento. Una rutina que incluyó la visita periódica a un centro de rehabilitación cognitiva, un tratamiento kinesiológico y mucha constancia.
"La verdad es que le puse huevo a mi recuperación. Le puse aguante. Va más allá de quienes me ayudaron, de quiénes me tratan. Podía haberme quedado más blandengue, y jamás hubiera podido tocar de nuevo. Pero me puse como meta volver a tocar. Y acá estoy", monologa.
¿Qué sentiste al revisar tu obra desde una esta nueva perspectiva?
Sentí que mis canciones tienen vigencia. Que fueron como predicciones de cosas que me pasan ahora, o que quería que me pasaran. Y, al cantarlas, las resignifico. O sea, ya no todo es sexo droga y rock and roll. Saqué las drogas. Pero está bien. Ya tomé tantas, que ahora disfruto de esto.
Por: Eduardo Slusarczuk
Fuente: Clarín
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